viernes, 28 de septiembre de 2012

Antipedagógico.

Muchos de los que nos dedicamos a impartir clases en el nivel medio superior carecemos del conocimiento de la ciencia que fundamente nuestra labor docente, la pedagogía; principalmente porque hemos entrado al sistema educativo por nuestro perfil profesional, de tal manera que, muy pocas veces se considera primordial que para impartir clases y trabajar en la educación, se deba de conocer de pedagogía y de sus técnicas, que se sintetizan en la didáctica. Desde ese momento empezamos a trabajar en un ambiente “antipedagógico” es decir contrario a la pedagogía, ya que como ni siquiera la conocemos, mucho menos la podemos utilizar a nuestro favor, y entonces empiezan así todas las modalidades de lo antipedagógico, de las cuales sólo indicaremos algunas. Para iniciar debemos conocer a que nos referimos con la palabra pedagogía la cuál esta definida en Pedagogía.mx (La red de profesionales de la educación) como una actividad humana sistemática que orienta las acciones educativas y de formación, en donde se plantean los principios, métodos, prácticas, maneras de pensar y modelos, los cuales son sus elementos constitutivos. Es una aplicación constante en los procesos de enseñanza-aprendizaje. A partir de esto se entiende entonces que cualquier acción tomada fuera de los principios, métodos, prácticas, maneras de pensar, modelos o que actúe en contra de los procesos de enseñanza-aprendizaje son acciones antipedagógicas, como por ejemplo tener demasiados alumnos en un solo salón o que las aulas no estén acondicionadas con elementos ambientales para que los alumnos estén cómodos y dedicados a las labores educativas. Otro ejemplo notable de lo que comúnmente se denota como antipedagógico es cuando se habla de que un docente utiliza estrategias inadecuadas para facilitar el aprendizaje, o prácticas como castigos, tareas exageradas o violencia en cualquiera de sus modalidades; que afortunadamente cada vez son menos comunes en los ámbitos escolares. Pero planteado desde una perspectiva más amplia, también es antipedagógico cuando los políticos imponen un sistema educativo nacional que no es el adecuado, que sólo satisface sus necesidades de control a partir de la domesticación de la población y por lo tanto no cumple el principio vital de la pedagogía, que es la educación. Tan es así que se imponen estilos y modalidades educativas que no motivan a los alumnos, que no profesionalizan a los dedicados a impartir clases, que no innovan realmente, sino que tratan de parecerse a modelos de países que si tienen la infraestructura para incorporar la tecnología y los avances científicos; y que en realidad no fomentan realmente la igualdad, si no que generan mayor separación de clases y menores oportunidades para las personas pertenecientes a grupos minoritarios. En el panfleto Antipedagógico (Ricardo Moreno) nos permite adentrarnos a ese otro concepto de antipedagógico que no es muy mencionado, el que compete a los líderes de los países, a los verdaderos encargados de plantear reformas educativas en los diversos países que no consideran realmente las necesidades de los estudiantes y sólo se proyecta la educación con “igualdad de oportunidades” como si todas las zonas de un país tuvieran las mismas condiciones, como si todos los maestros estuvieran igual de preparados y como si los alumnos estuvieran igualmente motivados por aprender. Eso también es antipedagógico, suponer el hecho de establecer una educación obligatoria, donde los alumnos se sientan obligados a aprender y los maestros a enseñar, principalmente porque muchas veces lo que se desea que se aprenda es algo que sale del contexto familiar o comunitario y que por muy innovador que se quiera establecer no impacta por lo mal planeado, por que no tiene líneas metodológicas claras y que por lo tanto no puede ser pedagógico. Araceli Antares Hernández Gámiz

viernes, 21 de septiembre de 2012

Retomando...

Hola: Hace tiempo he querido retomar todo lo dicho aquí, y volver a estar en contacto con la especialidad, les diré que no he podido librarme de este continuo aprendizaje, y no lo digo con pesar, pero ha sido claro que desde de comencé con la especialidad la aventura “de ser maestro” como dice Esteve, me ha perseguido continuamente, hasta llevarme a otros rumbos y decisiones que no estaban, hasta esos momentos en mis proyectos de vida. La realidad es que después de haber terminado la especialidad deje mucho tiempo sin querer aceptar certificarme, y este año, apenas lo hice, y con dificultad, por el tiempo que como comentó deje pasar. El porqué, debo aceptar que fue por una resistencia al compromiso que se genera siempre ante estos retos, pero también porque siento que a pesar de las grandiosas oportunidades que la especialidad me ha dado como persona y como docente, el reconocimiento al trabajo realizado no es equitativo, y disculpen las autoridades y todos aquellos que como mis tutores trabajan a marchas forzadas para logar muchas generaciones a profesores especializados, pero en mi experiencia personal y dentro de mi contexto con o sin especialidad sigo ganando el mismo salario y sigo siendo tratado igual que los que no la han hecho. Siendo romántica, pues me ha beneficiado, ya que me siento ahora más segura al impartir mis clases y he implementado acciones didácticas y metodológicas que no conocía. Siento que a partir de la especialidad nació en mí un deseo nuevo por aprender más sobre lo que me he dedicado hacer por estos últimos 18 años, y es que ahora estoy estudiando la maestría en educación. Tal vez no deba echarles la culpa, pero son los tutores que tuve en la especialidad los que de alguna manera me permitieron darme cuenta que necesitaba profesionalizarme. Creo que es vanidoso, pero retomaré este blog, para comentar con quienes quieran saber mis experiencias durante la especialidad, aunque tal vez no sea un gran referente por el tiempo que ha pasado. Ahora surgen otros retos, porque ayer vino una persona de UPN, a observar mi sesión de clase; no sé muy bien para que, pero tal vez es para darle una continuidad a este proceso. Araceli Antares